miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ures. No siempre es bueno el silencio

Era el oscurecer del día  11 de Octubre de 1912. Cundía con rapidez asombrosa el pánico entre todos los habitantes de la pequeña Comisada de Santiago de Ures.
Las miradas angustiosas de los mayores estaban fijas rumbo al norte del poblado de donde se podía apreciar un extraño resplandor como de muchas fogatas prendidas al mismo tiempo. Los rancheros aseguraban que no había quemazón alguna en el campo, asi pues todos estaban seguros de que se trataba de un campamento de los Orozquistas revolucionarios que venían a tomar la plaza dé Ures .. Había pues que tomar medidas necesarias para poner en lugar seguro a las familias .. Para eso había 3 casas en todo el poblado que reunían los requisitos necesarios: agua, paredes gruesas y puertas de mezquite muy resistentes.
Muy de mañana, el día, 12 el poblado se hallaba en movimiento  transportando a sus familias a los hogares antes mencionados.
El Sr., Bernardino Ramírez hacía lo propio con sus cuatro hijos: Juan, Artemisa, Luis y Florencio: Este último de meses de edad cuando fue alcanzado por una avanzada Orozquista que lo sometió a un pequeño interrogatorio de carácter investiga ti va.
Don Bemardino en su gran nerviosismo o por no hablar más de la cuenta contestaba a todo con un no se, al comprobar los Orozquistas que era nativo de Santiago y por lo tanto era lógico que supiera que rumbo quedaba Ures, qué distancia había, etc., etc., fue declarado enemigo e inmediatamente se le formó juicio y se le sentenció a morir en la horca; le fue colocada alderredor del cuello una cuerda y al pie de un mezquitón se prepararon a colgarlo, la esposa, Doña Ramona Cosio de Ramírez suplicaba que dejaran libre a su esposo y lloraba y ellos quizá un poco conmovidos: por la escena tan patética desistieron de ahorcarlo pero quedó en calidad de preso junto con Crescencio Bracamonte y Francisco Alcaraz que por el nerviosismo cometieron la misma falta.
Pronto se extendió la tropa Orozquista por el callejón principal que conduce a Ures, por el Callejón del Bajadero, por entre los sembrados y por cuanta vereda podía conducir a Ures.
La plaza de Ures no estaba ocupada por ningún destacamento de soldados pero fue defendida con ardor por algunos Urenses capitaneados por otros que habían sido soldados y al cumplir el servicio se habían quedado aIU.
Unos se colocaron en los techos de la Iglesia, en el techo de la Corrección, en el de la casa de la Sra. Ana Viuda de Siere y formando gran: gritona, y ruido como si fuera en verdad un regimiento que ocupaba la plaza de Ures tocaban el clarín anunciando "enemigo a la vista, al ataque" y el Clarín de los Orozquistas tocaba "Adelante". Todo era ruido y toques de clarín por ambos lados y uno que otro tiro, de repente la tropa Orozquista  cambió de planes y .reuniendo su tropa fue rodeando Ures y por la ribera del río y el arroyo del rancho, siempre rodeando la ciudad se desplazaron Tumbo a pueblo de Álamos. Don Bernardino y los otros aos antes mencionados iban formando parte de la tropa en calidad de presos.
Al llegar al pueblo de Álamos fueron reconocidos por el Sr. Jesús Orozco. quien abogó con el jefe máximo de los Orozquistas que por casualidad resultó ser amigo del Sr. Orozco y después de ser considerado el caso concienzudamente, fueron puestos en libertad.
Llegaron nuevamente a Santiago con la ropa hecha jirones, descalzos y sin sombrero, con los pies llenos de espinas y ampollas, por varios días no se podían ni sentar porque en las posaderas también tenían choyacas debido a que a ratos los hacían montar en pelo.
Fue esta una experiencia inolvidable tanto para los protagonistas como para los familiares de estos y el .pueblo en general. 

2 comentarios:

  1. De nuevo le reitero que mencione a la Autora de estos relatos Profra. Dolores Real de López y que en su libro Casos y Cosas de Ures, incluye estos textos.

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  2. Su servidor es nieto del Sr. Bernardino Ramírez que aparece en este texto.

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