miércoles, 30 de noviembre de 2011

Por que Ures dejo de ser capital

En el, pasado histórico político de- Sonora, muy principalmente en, aquél' período conocido como "Época Independiente" cuyo lapso será mi punto de partida.
La Constitución de 1824, unió a las Provincias de Sonora y Sinaloa con el nombre de Estado de Occidente, reconociendo como centro del mismo, a la Ciudad de Ures, Más  tarde, con fecha 13 de octubre de 1830, Sonora  fue declarado Estado Libre y Soberano reiterándose la Ciudad de Ures, como Capital del mismo, principiando así, la época de Oro tan recordada en la "Olvidada Atenas".
Quizá fue escogido este lugar, por tener entre otras muchas cosas qué le favorecen, el lugar más céntrico del Estado (geográficamente hablando) y todo era paz, progreso, quietud y unión, no solo allí, sino en el resto del Estado, extrañamente favorecido del movimiento político que privaba en el centro del País. De repente, comenzó a alterarse la paz pública y lógicamente repercutió con más fuerza en la Capital. El Capitan de aquél lugar a la Ciudad de Hermosillo, parece haber tenido con el nombramiento de una comisión integrada por Legisladores de Reconocido prestigio cuya meta consistió en elaborar las primeras reformas a Constitución del Estado (Constitución 1861) ciñéndose todo lo más posible a la de 1857. El General Pesqueira que hasta entonces había conservado las riendas del Gobierno, al principio por voluntad Unánime de éste, después, por orden del Gobierno; y más tarde por su propia voluntad e iniciativa, habían provocado la inconformidad general. Principiaron a surgir las primeras dificultades entre los Legisladores y el Ejecutivo. La elección de magistrados que había hecho el Congreso, a Pesqueira no le pareció correcta, mucho menos cuando éstos rechazaron las reformas que él había hecho a la Constitución, Ocasionando esto que de allí en adelante, se ahondase más y .más la oposición entre unos y otros, hasta hacerse general repercutiendo con fuerza en el ánimo popular y culminando con el desconocimiento del Gobierno del Gral. Pesqueira.
Para lograr la pacificación general, tuvo que intervenir el Gobierno Federal enviando un Gobernador interino que terminase el período iniciado por el Gral. Pesqueira, y es así como hace Su aparición en la Gubernatura del Estado el 14 de marzo de 1876 el Gral. Don Vicente Mariscal. Este pronto restituyó el orden público tan gravemente alterado, y lo hizo con tal tino que se ganó la estima, popular agrado de nombrarlo Gobernador propietario al cumplir su interinato, tomando posesión del Gobierno el día 4 de julio de 1877,para el gobierno que terminaría el 31 de agosto de 1879 también tuvo nueva elección de. Diputados, el Gral. Francisco Serna, fue nombrado vicegobernador, se declaró vigente la Constitución de 1861 aceptando las reformas hechas el 72. Y mientras esto ocurre en Sonora, en el ámbito nacional ocurren otras tan graves que más tarde dieron origen a un cambio trascendental en la vida del país: Juárez había muerto, y don Sebastián Lerdo de Tejada le sucedió interinamente. Al cumplirse éste, se reeligió por medio del Congreso. El Presidente de la Suprema Corte de Justicia protestó por tal cosa considerándola ilegal. El Gral. Porfirio Díaz, proclamando el Plan de Tuxtepec se lanzó en plan de lucha armada contra Lerdo de Tejada, quien al cabo de una cruenta lucha sin cuartel fue vencido y obligado a salir del País junto con sus cabecillas, quedando al frente del Gobierno Iglesias. Hasta que Porfirio Díaz, tras breve interinato de Juan N. Méndez y del Gral. Manuel González, asume la Presidencia hasta que estalla la Guerra de 1910.
Aprovechando este estado de cosas que sucedía en el centro del País y desaparecida la administración de Lerdo de Tejada, Pesqueira quiso aprovechar la oportunidad para recobrar su autoridad en Sonora. Pero Mariscal seguro decantar con el respaldo popular, no le dio importancia, Pesqueira se lanzó al ataque seguro de recobrar el poder aún sabiendo que la voluntad popular le era adversa. Tomó la Plaza de Ures y tras una rápida campaña militar que los aniquila, son obligados a salir fuera del territorio sonorense seguido por los que le secundaron.
El Gobierno del Gral. Mariscal es confirmado por Porfirio Díaz y le reitera su apoyo. Se llevan a término las elecciones y queda el Gral. Mariscal como Gobernador. Ya restablecida la calma, solicita permiso que le es concedido por seis meses para ausentarse hacia México, donde tratará asuntos oficiales pendientes y también particulares. El General Francisco Serna asume la gubernatura y fue durante éste período transitorio cuando se publicó el Decreto que ponía en vigor la Constitución de 1861 con las reformas del 72 que pretendía introducir y promulgó el Gral. Pesqueira con la fracción V de la Legislatura que le fue adicta.
Al regresar Mariscal de México trayendo todo el respaldo del Presidente de la República Porfirio Díaz, se encontró Con la desagradable sorpresa de que había terminado la armonía entre los Diputados. Toda relación amistosa se había roto suscitadas en su mayor parte por cuestiones personales en las cuales él nada tenía que ver. Trató de permanecer al margen de todo esto, pero el Congreso con frecuencia le molestaba invadiendo sus atribuciones. Los problemas fueron acentuándose día a día, hasta que llegó el momento en que en una sesión Verificada por el Congreso, el día 19 de febrero de 1878, después de un fuerte altercado, habido allí, el Presidente de la Cámara Sr. Carlos Ortiz. Juntamente con otros inconformes, abandonaron el recinto, suspendiéndose la sesión a que habían sido convocados. Un gran número de adictos se suma a Ortiz, forman una planilla, completando el quórum con los Diputados suplentes, y eligen una nueva Directiva del Congreso. Cuando los Diputados propietarios se dieron cuenta de esto, se presentaron al salón de sesiones reclamando sus derechos de deliberación que les correspondía, y en la que indebidamente se les había desconocido. Nuevamente la sesión se vio tan acalorada que hubo de suspenderse sin llegar a ningún acuerdo, pero en ésta ocasión, los Diputados propietarios estaban firmes en defender sus derechos que se pretendía desconocer. En esa sesión se mezclaran cuestiones de Estado con cosas personales que hicieron más acrecentable la desavenencia y antes de quedar disuelta aquella sesión y teniendo en cuenta la imposibilidad de llegar a algún entendimiento, la fracción de Ortiz emitió el Decreto número 41 por medio del cual se trasladaba la residencia del Poder Legislativo a la Ciudad de Hermosillo. Al ocurrir esto, el desacuerdo se hizo manifiesto no solo entre los que tenían nexos con el. Gobierno, sino también en el Pueblo entero. Al observar tremenda inconformidad, dos Diputados de la fracción de Ortiz se separaron de sus cargos por no estar de acuerdo en el procedimiento que se siguió para emitir este Decreto teniendo el valor de declararlo solamente uno de ellos de apellido Bernal, el otro (Serrano) prefirió declararse incompetente para desempeñar las funciones. Como resultaron inútiles todos los esfuerzos para revocar el famoso Decreto No. 41 que ordenaba el cambio de Capital a Hermosillo el Congreso se dividió: una fracción se trasladó a la Ciudad de hermosillo y la otra se quedó en Ures.
El Gobernador Mariscal en vísperas de iniciarse el período ordinario de sesiones y atendiendo a la solicitud de la fracción de Diputados que permanecía en Ures, y también para poder reanudar la normalidad en el funcionamiento del Congreso convocó a elecciones extraordinarias en los Distritos de Guaymas, Hermosillo y Ures. Esta medida no fue del agrado del señor Ortiz y sus seguidores, los cuales se encontraban en Guaymas, se erigieron en gran Jurado para juzgar a Mariscal, lo acusaron de violaciones graves a la Constitución y lo destituyeron de su cargo, llamando al ViceGobernador Francisco Serna para que ejerciera el poder invistiéndolo de facultades. El Gral. Serna se resistió a secundar esta rebelión, pero terminó aceptando a Mariscal podía haber combatido a los rebeldes, ya su valentía nunca fue puesta en duda, pero prefirió renunciar a su cargo antes de envolver al Estado en otra guerra civil. Disolvió sus tropas y abandonó Sonora dejando todo en mano de la fracción triunfante.
El 24 de marzo de 1879, el Gral. Serna ocupó Ures, la Capital del Estado. Hizo un cambio general en las autoridades sospechosas de ser partidarias de Mariscal, reunió a la fracción del congreso triunfante, y decretó ya en firme, el cambio de la Capital del Estado a la Ciudad de Hermosillo, enseguida procede a convocar a elecciones para renovar los poderes del Estado.
Al dejar de ser Capital la Ciudad de Ures, se hizo grandemente notorio su decaimiento. Las personas cuya situación económica era más solvente, emigraron juntamente con Un gran número de personas en busca de nuevos horizontes. Ures fue quedando con menos movimiento comercial, caserones vacíos, soledad y más soledad. Pudo resurgir nuevamente aún no siendo Capital, si hubiera sido un proyecto que jamás se realizó; me refiero a un ramal del ferrocarril que tenía proyectado la Compañía del Ferrocarril en el año de 1883. Estos trabajos iban a principiar en el mes de octubre de 1883, partiendo de un lugar cercano a Hermosillo, llamado la Iglesia Vieja, lugar dOnde hoy es el lecho de la Presa Abelardo L. Rodríguez, de Hermosillo, Sonora. Dos grandes incidentes estorbaron este proyecto: La aparición de la fiebre amarilla, y la entrada del FFCC Central a la. República. La fiebre ahuyentó toda inmigración, y como lógica consecuencia fue retirada toda atención en lo relacionado con esta empresa.
Once años después, Un nuevo proyecto ilusiona a los pobladores de Ures que al igual que el primero también se esfumo.
A continuación transcribo una vez más, después de ochenta años de su primera transcripción en el facsímil sabatina "El Progreso", de Altar, Sonora, un artículo del Profr. Enrique Quijada, originario de la Ciudad de Ures escrito once años después de no ser Capital Ures. Este escrito, fue primero en el periódico "Eco del Valle" editado en la Ciudad de Ures; transcrito más tarde por el antes citado facsímil en su número 91, año 2do. de su segunda época, que con fecha tres de marzo de 1894, publica su Director y propietario, señor Francisco Escobar, con su mismo titular:
Tomando un compás y haciendo centro en la Ciudad de Ures, se verá al trazar un círculo sobre el plano del Estado, con un radio equivalente a la distancia de ésta Ciudad a Nogales que casi todas las extremidades del perímetro del propio Estado quedan equidistantes de Ures.
Esta favorable situación unida a la circunstancia de encontrarse Ures asentada en el más hermoso y extenso valle de Sonora, de 14 leguas de día metro, ha llamado siempre la atención de los hombres pensadores. El sabio Varón que Humboldt hace mérito en su "Ensayo Político" de la ventajosa colocación de ésta Ciudad, su ubicación central entre la Sierra Madre y el Golfo de California, límites naturales del Estado, parece señalada como el punto más a propósito para la: concentración y distribución de la riqueza local. Ures es la salida natural y única de los Distritos de Arizpe y Moctezuma, y lo es también en gran parte del Distrito de Sahuaripa. Los Distritos que acabamos de mencionar, y el de Ures, son los más productores en minería, y lo que constituyen en ese ramo" la grande esperanza del Estado de Sonora; ramo que permanece hasta aquí,  un gran grupo de campesinos vecinos de la ciudad de Ures municipio del mismo nombre, carentes de medios para obtener lo mas indispensable para su propia substancia y la de sus familias. Acordó la formación de un comité particular ejecutivo agrario para que se hiciera cargo desde luego de todos los tramites que se hicieran necesarios para que se les dotara de un pedazo de tierra que les sirviera cuando menos  para obtener lo mas elemental, para la subsistencia de sus familiares formando el comité particular se formulo la solicitud de dotación de tierra elevándola al ciudadano gobernador del estado Fecha del 13 de junio de 1932  turnada que fue a la entonces comisión local agraria esta inicio la integración del expediente respectivo el 15 de junio de 1932 .

Ures. No siempre es bueno el silencio

Era el oscurecer del día  11 de Octubre de 1912. Cundía con rapidez asombrosa el pánico entre todos los habitantes de la pequeña Comisada de Santiago de Ures.
Las miradas angustiosas de los mayores estaban fijas rumbo al norte del poblado de donde se podía apreciar un extraño resplandor como de muchas fogatas prendidas al mismo tiempo. Los rancheros aseguraban que no había quemazón alguna en el campo, asi pues todos estaban seguros de que se trataba de un campamento de los Orozquistas revolucionarios que venían a tomar la plaza dé Ures .. Había pues que tomar medidas necesarias para poner en lugar seguro a las familias .. Para eso había 3 casas en todo el poblado que reunían los requisitos necesarios: agua, paredes gruesas y puertas de mezquite muy resistentes.
Muy de mañana, el día, 12 el poblado se hallaba en movimiento  transportando a sus familias a los hogares antes mencionados.
El Sr., Bernardino Ramírez hacía lo propio con sus cuatro hijos: Juan, Artemisa, Luis y Florencio: Este último de meses de edad cuando fue alcanzado por una avanzada Orozquista que lo sometió a un pequeño interrogatorio de carácter investiga ti va.
Don Bemardino en su gran nerviosismo o por no hablar más de la cuenta contestaba a todo con un no se, al comprobar los Orozquistas que era nativo de Santiago y por lo tanto era lógico que supiera que rumbo quedaba Ures, qué distancia había, etc., etc., fue declarado enemigo e inmediatamente se le formó juicio y se le sentenció a morir en la horca; le fue colocada alderredor del cuello una cuerda y al pie de un mezquitón se prepararon a colgarlo, la esposa, Doña Ramona Cosio de Ramírez suplicaba que dejaran libre a su esposo y lloraba y ellos quizá un poco conmovidos: por la escena tan patética desistieron de ahorcarlo pero quedó en calidad de preso junto con Crescencio Bracamonte y Francisco Alcaraz que por el nerviosismo cometieron la misma falta.
Pronto se extendió la tropa Orozquista por el callejón principal que conduce a Ures, por el Callejón del Bajadero, por entre los sembrados y por cuanta vereda podía conducir a Ures.
La plaza de Ures no estaba ocupada por ningún destacamento de soldados pero fue defendida con ardor por algunos Urenses capitaneados por otros que habían sido soldados y al cumplir el servicio se habían quedado aIU.
Unos se colocaron en los techos de la Iglesia, en el techo de la Corrección, en el de la casa de la Sra. Ana Viuda de Siere y formando gran: gritona, y ruido como si fuera en verdad un regimiento que ocupaba la plaza de Ures tocaban el clarín anunciando "enemigo a la vista, al ataque" y el Clarín de los Orozquistas tocaba "Adelante". Todo era ruido y toques de clarín por ambos lados y uno que otro tiro, de repente la tropa Orozquista  cambió de planes y .reuniendo su tropa fue rodeando Ures y por la ribera del río y el arroyo del rancho, siempre rodeando la ciudad se desplazaron Tumbo a pueblo de Álamos. Don Bernardino y los otros aos antes mencionados iban formando parte de la tropa en calidad de presos.
Al llegar al pueblo de Álamos fueron reconocidos por el Sr. Jesús Orozco. quien abogó con el jefe máximo de los Orozquistas que por casualidad resultó ser amigo del Sr. Orozco y después de ser considerado el caso concienzudamente, fueron puestos en libertad.
Llegaron nuevamente a Santiago con la ropa hecha jirones, descalzos y sin sombrero, con los pies llenos de espinas y ampollas, por varios días no se podían ni sentar porque en las posaderas también tenían choyacas debido a que a ratos los hacían montar en pelo.
Fue esta una experiencia inolvidable tanto para los protagonistas como para los familiares de estos y el .pueblo en general. 

Leyenda: La Maldición de Ures

La Ciudad de Ures, como cualquier Pueblo Legendario posee infinidad de Leyendas en diferentes aspectos, tantas, que muy bien se podría publicar un libro acerca de ellas. Pero en esta ocasión me referiré a la que se relaciona con Ures y que todo el Pueblo conoce en una u otra forma, pero que en una u otra forma también viene a expresar lo mismo.
Se cuenta que allá en los inicios de la fundación de Ures, cuando el Pueblo Pima juzgó de primordial importancia construir su templo, lo hicieron colaborando todos ellos y de común acuerdo con los Misioneros que iban y venían en aquella época. Primero fue un ramadón, más tarde aquello se transformó en un cuarto grande de adobe, y después lo que es hoy la Iglesia del lugar conocido como el templo de San Miguel Arcángel- Fueron desfilando por aquel templo muchos sacerdotes, unos, buenos y otros santificados, unos feos, otros de físico atractivo. Le llegó el turno a un sacerdote, quizá el mejor que ha pasado por ese Templo. Era tan consciente de su ministerio que daba la impresión de estar santificado. Se cuenta que no dejaba de orar y continuamente se le escuchaba hacerlo dondequiera, a cualquier hora y en voz alta. A tal grado que la gente comenzó a criticarle primero. Y después a burlarse de él, aplicándole el mote de “El Cura loco”.
Un día, un grupo de jóvenes rebeldes (los ha habido en todas las épocas) principió a criticarlo, a mofarse y a reírse delante de él; el cura no se defendía ni devolvía las afrentas recibidas sino que continuaba rezando y rezando, mas aquellos jovenzuelos, como no lograban su objetivo, que en este caso era, sacarle de sus casillas, de los insultos pasaron a los hechos golpeándolo cruelmente hasta que lo dejaron sangrante y maltrecho. Se cuenta que a resultas de esta paliza falleció, y cuando se encontraba agotada su resistencia, desesperado lanzó una maldición, no solo en contra de ellos, sino de la Ciudad entera: “Llegará el momento en que la Ciudad de Ures desaparezca del mapa, y sólo quedará de ella un mesón a la orilla de un camino, y el viajero, al pasar por allí, comentará: aquí quedaba la ciudad de Ures”.
Cuando constato el ayer con el presente, y advierto que Ures no responde a ningún beneficio que se le hace, sino que sigue muriendo inexorablemente, recuerdo esta leyenda y pienso: “qué habrá dé cierto en ello?”. No creo que un sacerdote tenga poder para efectuar maldiciones de ninguna especie, pero sí sé que la Ley de Dios protege a los Santificados llamándolos “Pequeñitos”. El Evangelio San Marcos Cáp. 9 vers. 42, dice: “Ay de aquel que sirva de piedra de tropiezo a uno de mis pequeñitos, más le valiera atarse una rueda de molino al cuello y arrojarse al fondo de la mar”, también la palabra de Dios dice: ‘Pagarán justos por pecadores”.

Anacleto Giron y los estudiantes de Santiago

Con sus cananas cruzadas al pecho, su uniforme, color kaki amarillento polainas, y su  sombrero tejano, ostentando en él una pequeña estampa de la virgen de Guadalupe, o una pequeña Cinta tricolor, arribó el ejército maderista a la ciudad de Ures, el 21 Marzo de 1911.
Aquello fue tan sorpresivo que el poblado se encontraba en sus labores cotidianas. El Colegio de Varones, cuyo Director era el Profesor José Lafontaine, fue notificado de lo que estaba aconteciendo en esos momentos y como medida precautoria a sus alumnos, suspendió las labores educativas, y envió a los alumnos hacia sus hogares.
Entre estos se encontraban diez estudiantes de la comisaría de Santiago de Ures: Ángel y Francisco Atando, José, Antonio, y Domingo Bracamonte, Ignacio Canizales, Jesús María Trujillo, Ramón A. Real, Juan Pérez y Agustín Carrazco, todos ellos jóvenes, menos el último que tenía diez años de edad. Estos alarmados por lo que estaba aconteciendo, preocupados por la angustia que con toda seguridad prevalecía en sus hogares, probaron a llegar lo más rápido posible. Un grupo de soldados maderitas que le tenía bloqueado el camino que conduce a Santiago, les privó  el paso, Probaron por el callejón de Anita Sicre, también estaba bloqueado, se fueron por el callejón de las colmenas, con igual resultado, por él arroyo del rancho, por la tierra del molinito comprobando que por donde quiera era el mismo problema.
Para entonces ya eran las cinco de la tarde, y resultaba cada vez  más imposible que  el grupo de alumnos retornara a sus hogares. Desesperados, hambrientos y sin saber qué hacer se reunieron todos, para buscar solución a su problema, entonces el más pequeño de todos propuso un plan que resultó muy arriesgado a todos, pero confiando en la seguridad con que éste planeaba todo, y además, él lo iba a hacer, nada más pedía su compañía; aceptaron de común acuerdo, y así, el grupo capitaneado por el pequeño enfiló con rumbo a la corrección. Un soldado les impidió el paso e inquirió el motivo de su presencia en aquel lugar. El pequeño se adelantó y pronunció estas palabras: "Quiero hablar con el que manda todo aquí", los soldados rieron de la ocurrencia de aquel pequeño, y preguntaron en son de guasa para qué quería al jefe, el niño muy serio y sin inmutarse, contestó, llévenme a donde se encuentra o dígame cómo llego a él.
Pronto se encontró frente a Anacleto Girón, y al ser interrogado por éste, contestó, somos estudiantes del Colegio de Varones y vivimos en la Comisaría de Santiago situado al otro lado del río. Desde la mañana hemos probado por regresar a nuestros hogares por callejones y milpas y hemos sido devueltos, pronto anochecerá, no tenemos dónde dormir, tampoco hemos comido en todo el día. ¿Qué vamos a hacer? Ayúdenos usted.
Inmediatamente fue oída aquella petición. Un grupo de soldados maderistas al mando de Juan Antonio García los acompañó hasta sus, hogares, donde ya como ellos intuían privaba la angustia y desesperación provocadas por su tardanza.
Tiempo después de estos acontecimientos por dondequiera se oía cantar a grito abierto el corrido de San Rafael. Este fue compuesto por los mismos soldados que vivieron lo acontecido en aquellos días aciagos, he aquí uno de los tantos versos del mencionado corrido:
El 27 de Marzo
que ya yo ni me acordaba
Empezaron a tirar
en el Rancho de La Odenava
Arriba, arriba muchachos
dice Anacleto Girón
vamos a tirarles fuerte
a las fuerzas de Barrón
etc., etc., etc.
Este corrido tenía muchos versos más y era cantado con una música preciosa y se escuchaba por todas partes: en los caminos, en reuniones, y aún en los campos de labranza mientras el trabajador guiaba su arado

Entrada de los maderistas a Ures

Como era costumbre, en el Ures antiguo, el escoger a dos personas que además de ser dignas de respeto, reunieran entre sus cualidades: valor, audacia, inteligencia y responsabilidad para que ocuparan los cargos de sereno y policía. Mientras que el policía desempeñaba las labores propias de su trabajo, el sereno rondaba todo el pueblo, desde el apagón de los faroles hasta el amanecer.
La madrugada del 21 de marzo de 1911 cuando el sereno del pueblo, don José Huerta, efectuaba su recorrido por el barrio del palo fierro, fue sorprendido y tomado como rehén por los maderistas, que llegaron a Ures inesperadamente.
Su jefe, Don Anacleto Girón y su subalterno, el Sr. Trujillo, inmediatamente bloquearon todas las salidas de Ures, y muy de mañana fue obligado el sereno a llevarlos directamente a la casa del prefecto que en esos días fungía como tal, Don Juan Caballero, tenia su domicilio frente a la Plaza Zaragoza, y pronto llegaron ante el quien también fue obligado a acompañar a la tropa rumbo a la “La corrección” para que les entregara  las llaves de este edificio y tomarlo como cuartel y en esta forma tomar posesión de la plaza Urense. Al tener conocimiento de este acontecimiento, en la capital del Estado, salieron rumbo a la ciudad de Ures, 1500 soldados federales al mando de Barron y Ojeda. Al saber la noticia anterior y en consideración a que el Pueblo era simpatizante del Sr. Madero, los revolucionarios optaron por evacuar la plaza para que esta no sufriera daños en el combate que se avecinaba. El encuentro con los federales se efectúo en el poblado de San Rafael. Tomaron como fuerte los revolucionarios el molino del lugar, entablándose una tremenda batalla donde quedaron sitiados los maderistas, sin alimentos y con escaso parque. Los que intentaban romper aquel sitio, eran acribillados  balazos por los federales. Uno de los sitiados, al amparo de las sombras de la noche, logro burlar la vigilancia y dio conocimiento en Ures, de lo que estaba aconteciendo en el molino de San Rafael.
Caminaban por la calle Zaragoza  dos señoritas, y viendo que otro contingente de maderistas procedentes de pilares de Nacozari y mandado por Cabral, hacían su arribo a Ures, notificaron a ellos lo que estaba aconteciendo en San Rafael. Los federales fueron tomados por sorpresa y entre dos fuegos, pronto se convirtió aquello en una tremenda masacre, donde predominaron el número de cadáveres federales, estos quedaron regados por todas partes. Posteriormente, una gran crías de marrano que ahí había se dieron cuenta de ellos destrozados y comiéndoselos.
 El refuerzo de Cabral saco a los maderistas del sitio en que los tenían los federales. En vista de lo sucedido, desocuparon la plaza de Ures, por carecer de lo necesario para defenderla. Barron, rumiando su derrota y disgustado por que no pudo hacer prisionero a ninguno de los jefes pretendió quemar el pueblo de Ures y dar la orden de pillar. Mas Ojeda se opuso terminantemente aduciendo que aquello no tenia justificación, por que la batalla había sido fuera del lugar.
Los federales pasaron a ocupar “La corrección”. El día dos de abril, desfilaron 900 soldados por las calles principales de la ciudad, festejando el triunfo de Don Porfirio Díaz, obtenido al haber tomado por asalto la plaza de Puebla. De los 1500 soldados que salieron de Hermosillo en la última decena de marzo, 900 sobrevivientes de la masacre de San Rafael, desfilaron en honor de Díaz.
Como nunca faltan personas en los pueblos, que siguen los acontecimientos más sobresalientes y están pendientes de cuanto ocurre, plasman estos en versos que vienen siendo exacto reflejos del sentir popular. Un poeta ignorado así lo hizo, y dedico los versos al Prefecto Segundo. Escogió como tema la entrada de lo Maderistas a Res, y dice así:
Hoy, 21 de marzo
Que noche tan memorable,
No sabia, caballero,
Si pelear o retirarse.
Armas tenia muy pocas,
Gente, no tenia nada,
Y el auxilio que tenia,
Estaba en la colorada.

José Huerta fue elegido,
Para mandar a explorar,
Nunca creía Don Juan,
Que lo podía traicionar.

Otro día por la mañana
Lo ve delante de la tropa,
Y se limpiaba los ojos
y se mordía la boca.

el tractor que se volvio trilladora

Cuando el Gral. Lázaro Cárdenas, Presidente de la República visitó la ciudad de Ures, en 1939. Los Agraristas tuvieron la oportunidad de convivir con él, cambiar. Impresiones y expresar sus deseos. En esa reunión se encontraron: Don Isidro Estupiñán. Don Luis Grijalva. Sr. Don Manuel Duarte y otros más y recordando las tierras resecas y endurecidas que tiene el Ejido de Ures decidieron aprovechar la ayuda que tan generosamente se les brindaba y pidieron un tractor equipado debidamente mismo que se les fue concedido de inmediato tomando nota de ello, el Secretario del Presidente para evitar olvidos (así acostumbraba hacerlo), bajo formal promesa de enviarlo a la  mayor brevedad posible.
Los ejidatarios no tenían mucha esperanza en este regalo pero un día les llegó un Oficio notificándoles Se trasladasen a la Ciudad de Hermosillo por el. Los ejidatarios no cabían en si de gozo y rápidamente se trasladaron a Hermosillo, pero algo ajeno a su voluntad ocurrió y tuvieron que regresar se entristecidos sin su tractor.
Comenzó a aumentar el volumen del expediente con relación al tractor. Nuevas comunicaciones a México, a Hermosillo, y nuevamente una comunicación más expedida de México, ordenando se entregara en la Ciudad de Hermosillo el tractor a los ejidatarios de Ures. Otro viaje lleno de esperanzas, mas en esta ocasión, se les ordenaba firmase lo recibido aunque no era un tractor nuevo, sino uno de segunda que todavía había que traerlo de Obregón, Sonora, naturalmente los ejidatarios rehusaron firmar y de común acuerdo decidieron viajar a. la ciudad de México para arreglar el problema personalmente.
Transcurrió el período gubernamental de Lázaro Cárdenas y llegó el del Sr. Ávila Camacho, y el tractor no llegaba a Ures y el archivo referente a él, crecía y crecía. Un día decidieron hacer su viaje a la ciudad de México, llegaron allá el año nuevo y con, tan buena suerte que a pesar de ser día de fiesta fueron recibidos por el Sr. Presidente de la República, Una vez puesto al tanto de lo acontecido, este ratificó nuevamente la orden para que se entregara el tractor, y contentos se regresaron a Sonora, con la certeza de que ahora fuera realidad el tractor soñado. Cuando nuevamente se les ordenó que acudieran a la ciudad de Hermosillo, por éste, se encontraron con la novedad de que solo ofrecían la mitad de lo que costaba o sea siete mil pesos, aduciendo que no había dinero, además; si se les daba un tractor nuevo era como asentar un precedente para que los demás ejidatarios exigieran cada quien el suyo, etc. y no había dinero para tal cosa, enfurecidos de tanta vuelta, decidieron dar una ojeada por donde venden esta clase de implementos y vieron una combinada que costaba poco más o menos que lo que les ofrecían después de cambiar impresiones, llegaron a la conclusión de que como jamás les darían el 'tractor ofrecido, al menos llevarían la: trilladora. Así lo hicieron saber, se les dio en efectivo exactamente lo que valía la mitad del tractor y ellos tuvieran que acabalar de sus bolsillos, una pequeña diferencia que hacia falta, más los gastos del traslado hacia la ciudad de Ures.
Iban contentos, felices con su trilladora, pero más lo hubieran estado llevando su tractor pero ni modo: "Su tractor se volvió trilladora", era de esperarse "EL PESCADO MAS GRANDE, SE COME AL MAS PEQUEÑO".